Historia del término y cambio de perspectiva
En 1944, el término Síndrome de Asperger fue introducido por el psiquiatra y pediatra Hans Asperger, pero no fue hasta 1991 que el término fue conocido a nivel mundial por la psiquiatra británica Lorna Wing. En 1994, fue incluido en el Manual Diagnostico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM, por sus siglas en inglés), en su cuarta versión, como parte de los trastornos generalizados del desarrollo.
Con la actualización del Manual DSM, a su quinta versión, en el año 2013, todas las categorías de los trastornos generalizados del desarrollo (incluido el Síndrome de Asperger) fueron eliminadas y pasaron a ser parte de un solo diagnóstico: Trastorno del Espectro Autista (TEA), comúnmente llamado autismo.
¿Qué dice la OMS?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió retirar oficialmente en 2018 el Síndrome de Asperger de su Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11), la herramienta diagnóstica global más usada. Este paso sigue la senda de la American Psychiatry Association, que hizo lo mismo en Estados Unidos desde 2013.
Desde entonces, diversas instituciones se han sumado a esta eliminación. Sin embargo, se ha promovido también que si hay personas con TEA que se sienten identificadas con este término, puedan tener la libertad de seguirlo usando. Ya que siempre es importante considerar cómo cada persona prefiera ser referida y nombrada.
Honrando la ética médica mediante el lenguaje inclusivo
La eliminación del Síndrome de Asperger no es solo una cuestión de nombres, sino un acto ético. El Dr. Hans Asperger, quien dio nombre al síndrome tiene una historia vinculada al oscuro pasado nazi y a experimentos con niños. La decisión de no usar el término con su apellido busca honrar la ética médica, así como respetar los derechos y la dignidad de quienes viven con TEA.
La actualización del lenguaje busca reflejar la complejidad de esta condición y alejarse de un término asociado a un pasado conflictivo. Al eliminar el nombre de Asperger, nos movemos hacia una comprensión más respetuosa. Este cambio representa ante todo un compromiso con los derechos fundamentales de quienes viven con TEA.