Las mujeres y niñas con autismo suelen tener mayores retos para recibir un diagnóstico temprano. En el Día Internacional de la Mujer, te presentamos algunos datos sobre este tema tan importante en México y el mundo.
Panorama actual sobre el diagnóstico del autismo
- Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), uno de cada 160 niños y niñas en el mundo tiene un trastorno del espectro autista (TEA), mejor conocido como autismo. En México, la relación es alrededor de uno de cada 115. Se calcula que al menos 400 mil niños y niñas en México tienen autismo.
- Las señales relacionadas con el autismo aparecen en los primeros años de vida y persisten hasta la adolescencia y la adultez. En la mayoría de los casos se identifican en los primeros 2 años de vida.
- El autismo suele ser más diagnosticado en hombres que en mujeres. Algunas estimaciones reportan que alrededor de tres a cinco hombres son diagnosticados con autismo por cada mujer que recibe el mismo diagnóstico.
- Los hombres con autismo comúnmente reciben un diagnóstico en los primeros años de vida. En cambio, las mujeres por lo regular son diagnosticadas a una mayor edad, incluso hasta la adultez.
- La prevalencia mundial sobre autismo parece estar aumentando. Hay varias explicaciones posibles. Entre ellas, la existencia de una mayor conciencia sobre el tema, así como la ampliación de criterios y herramientas diagnósticas.
- Los niños y niñas con autismo no diagnosticados pueden tener diversas desventajas. Por ejemplo, confusión en situaciones sociales, dificultad para crear vínculos sociales y procesar la frustración, o tener elementos insuficientes para entender por qué son más sensibles a algunos estímulos como ruidos, luces o multitudes. Esto puede propiciar experiencias desfavorables, así como el desarrollo de otras condiciones, como es el caso del trastorno de estrés postraumático.
Retos para diagnosticar a un mujer o niña con autismo
Algunos especialistas han planteado hipótesis para explicar las diferencias sobre el número de diagnósticos entre hombres y mujeres. Una de las principales apunta que hay una mayor predisposición genética por parte del género masculino a desarrollar autismo que el género femenino. Sin embargo, algunos investigadores han señalado que parámetros en el proceso diagnóstico pudieran estar minimizando o dejando a un lado manifestaciones propias del autismo en mujeres. En consecuencia, muchas no están recibiendo el diagnóstico adecuado en un tiempo oportuno.
Las señales de autismo en mujeres y niñas no suelen ser los mismos que en niños y hombres. Por ejemplo, los niños con autismo tienen áreas de juego más notoriamente repetidas y limitadas que las niñas, dado que ellas tienden a ser más variadas en sus actividades. Por otro lado, las niñas con autismo pueden responder mejor a la comunicación no verbal. Y debido a que la falta de esta habilidad suele ser un indicador importante para el diagnóstico de autismo, luego no es sencillo identificarlo en muchos casos.
Asimismo, los problemas de comunicación y socialización de los hombres con autismo suelen ser más evidentes en la niñez. Con frecuencia las niñas con autismo pueden cumplir con las demandas sociales de esta etapa y no se topan con las dificultades de integración causadas por el autismo hasta la pubertad o inicio de la adolescencia. Algunos estudios apuntan que las mujeres con autismo son más propensas a tener ansiedad y depresión que los hombres, justamente por no tener un diagnóstico temprano.
Hay niñas con autismo que pueden manifestar “un buen comportamiento” y aparentar timidez o inhibición, rasgos que son culturalmente aceptados y sesgados como esperables para niñas, y que no llaman la atención de muchos especialistas. También hay niñas que son particularmente desinhibidas, pero si las observamos con atención su conducta social resulta inapropiada, poco común o invasiva en el contexto.
Muchas mujeres con autismo describen que durante varias etapas de su vida se han sentido raras o diferentes a los demás. Incluso algunas dificultades vividas por ciertas características ligadas al autismo las han llevado a recibir diagnósticos como trastorno de ansiedad, trastorno de depresión mayor, trastornos alimentarios o trastorno límite de la personalidad. Tras su diagnóstico de autismo, retos relacionados con estas otras condiciones mejoran considerablemente. Incluso algunos de esos diagnósticos previos resultan equivocados. Asimismo, hay mujeres que se han planteado buscar un diagnóstico de autismo tras la maternidad, cuando su hijo o hija ha recibido el suyo. Lo cual favorece el tratamiento de ambos.
En conclusión, es importante promover la necesidad de mejorar a nivel mundial los parámetros de diagnóstico del autismo. Para ello se deben ampliar los criterios de búsqueda para añadir indicadores específicos del autismo en mujeres. Además, ofrecer acompañamiento multidisciplinario y analizar con profundidad la cercana relación entre el autismo femenino con otras condiciones, como la depresión o la ansiedad. Pero, sobre todo, es primordial no caer en la idea de que, si una mujer o niña no parece que tenga autismo, no es posible que así sea. Si las señales del autismo no son tan notorias en algunas mujeres y niñas, no quiere decir que no sea importante buscar un diagnóstico. En todo caso, siempre hay que acercarse a un especialista en el tema que apoye a tener una evaluación adecuada, así como un tratamiento a la medida.
Centro Autismo Teletón
Debido al aumento de la incidencia en el autismo a nivel mundial y gracias a la generosidad de la sociedad mexicana, en 2012 se construyó el Centro Autismo Teletón (CAT) en Ecatepec de Morelos, Estado de México. Nuestro modelo de atención es educativo-terapéutico e integral. En el CAT cada niño y niña recibe intervención a la medida con profesionales especializados en el trabajo con personas con autismo. Asimismo, sus familias reciben asesoría, seguimiento emocional y capacitación durante todo el tratamiento.
Cada niño y niña recibe un plan de trabajo individualizado, de acuerdo con sus habilidades y objetivos. Las terapias se basan en las metodologías de ambiente estructurado y apoyo conductual positivo, beneficiando las áreas de comunicación, conducta, socialización, vida diaria, integración sensorial y habilidades académico-funcionales.
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