El 7 de junio se conmemora en México el Día de la Libertad de Expresión. Esta fecha promueve a la libertad de expresión como un derecho humano fundamental y necesario para todas las personas. Su objetivo es permitirnos expresar, difundir, buscar, recibir y compartir información e ideas, sin miedo a represalias, ni censura.
Esta libertad se reconoció en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que menciona:
“Toda persona tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión, este derecho incluye la libertad de mantener opiniones sin interferencia y de buscar, recibir y difundir información e ideas a través de cualquier medio de comunicación e independientemente de las fronteras; ya sea oralmente, por escrito o impreso, en forma de arte, o por cualquier otro medio de su elección”.
Hoy en día, muchas personas se quejan por tener que cuidar sus palabras al comunicarse y por la invitación a utilizar lenguaje incluyente. Piensan que es una afronta a la libertad de expresión, por eso hoy vamos a hablar al respecto.
La responsabilidad en la libertad de expresión
El ejercicio de cualquier derecho siempre viene acompañado de responsabilidades. Para el caso de la libertad de expresión, es necesario considerar si al comunicarnos estamos arriesgando el bienestar de otras personas o incitando a la violencia.
“Tus derechos terminan donde empiezan los derechos de los demás”: esta es la regla general para poder vivir plenamente todos los derechos humanos. La idea es que cuando tus palabras o acciones afectan la vida de otra persona es justo en ese momento donde puedes identificar tus límites.
El derecho a la libertad de expresión no respalda a las expresiones que conlleven a violencias de cualquier tipo en contra de una persona o un grupo social. Tampoco las que sean enunciadas con dolo o burla sobre asuntos sensibles de la sociedad, por ejemplo, accidentes, guerras, desigualdades, etc. Lo mismo aplica para insinuaciones que busquen fomentar el escándalo público, las calumnias o el rechazo social. En caso de omitir estas restricciones, quien perjudica a otro, puede incluso ser objeto de diversas sanciones por los daños causados.
Cuando las palabras discriminan
Existen palabras cargadas de negatividad que perjudican a las personas y su condición dentro de la sociedad. Cuando el lenguaje discrimina, se impacta en la forma en que se perciben a sí mismas, además de que se incrementan los actos de discriminación que viven, particularmente, las personas en situación de vulnerabilidad.
De acuerdo con el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (Copred), cuando usamos lenguaje excluyente o discriminatorio, podemos “minimizar la valía de las personas y con ello negarle el goce y ejercicio de [derechos importantes]”.
Si bien la libertad de expresión es un derecho esencial para todos, el derecho a no ser discriminado lo es en igual medida. Nadie debe ser privado de algo o excluido, por alguna condición personal, física, económica, cultural, etc.
Importancia del lenguaje incluyente
El lenguaje incluyente no es una afronta a la libertad de expresión. Más bien promueve el uso de términos que respeten la dignidad de las personas en situación de vulnerabilidad. Además, busca eliminar las expresiones discriminatorias que impiden la participación social y que no valoran la diversidad.
El lenguaje incluyente no es una limitación, ya que es posible expresarnos libremente al utilizarlo. Al comunicarnos de forma incluyente, promovemos “relaciones de respeto e igualdad entre personas de diferentes géneros, además de dar visibilidad a mujeres, a personas con discapacidad y a otros grupos sociales” (Copred).